sábado, 29 de junio de 2013

Fidelidad de Dios en la depresión

“Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes” - Salmos 27:13.

Durante una depresión, solemos dudar de las bondadosas cualidades de Dios; entre ellas, Su fidelidad Nos preguntamos si Él va a ser fiel con nosotros y nos liberará de la opresión y enfermedad que nos produce atravesar dicho estado ¿Qué significa que Dios es fiel? ¿Acaso significa que cuando muramos iremos al cielo pero durante esta vida seguiremos aplastados por dicha enfermedad? ¿Se trata, entonces, solamente de una fidelidad a nivel escatológico? ¿O podemos esperar que Dios demuestre su fidelidad actuando en hechos puntuales en nuestras vidas, como nuestra depresión? Resulta difícil comprender la fidelidad de Dios cuando experimentamos intenso dolor o una depresión por tiempo prolongado. Cuando su respuesta tarda en llegar, o ni siquiera llega, inevitablemente surgen éstas y otras muchas preguntas más, resquebrajando así lo que creíamos sobre Dios y su fidelidad.

En cierta manera, la depresión parece actuar como un obstáculo que impide nuestra comunión con Dios. Cada vez lo escuchamos menos, lo vamos sintiendo más lejos, y la calidez que solíamos sentir en nuestro interior poco a poco se va apagando, siendo ésta reemplazada por la aridez y la nada. Sentimos incluso que Su Santo Espíritu nos abandonó y Jesús mismo dejó de morar en nuestro interior ¿Puede ser esto cierto? Si recurrimos a las escrituras, la respuesta sería un rotundo no. Pero si nos basamos en nuestras propias experiencias, la respuesta sería definitivamente afirmativa ¿Cómo podemos conciliar, entonces, nuestra realidad con lo que Dios nos comunica a través de Su Palabra?

La respuesta reside en la fidelidad de Dios para con su creación. Su fidelidad es el puente que une nuestro abismo con el Reino de los Cielos; la oscuridad en la que nos encontramos con Su luz; la aridez de este desierto con la Tierra Prometida. Y esa fidelidad está encarnada en la persona de Jesús, quien nos acompaña en todo momento como un amigo que sufre con nosotros y por nosotros en silencio. Jesús permanece a nuestro lado escuchando nuestro dolor. A veces, nos brinda algún consejo, unas palabras de aliento, ya sea Él mismo a través del Espíritu Santo y las Escrituras, o través de alguien de nuestro entorno. Dependerá de nosotros en reconocerlo, recordarlo y agradecérselo. Poder hacerlo continuamente durante una depresión puede llegar a ser todo un desafío. Pero hay que saber y confiar que Dios está de nuestro lado, trabajando para nuestra salvación y redención. 

El Apóstol Pablo, alguien que sufrió muchísimo durante su ministerio, nos alienta con sus palabras: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse" (Romanos 8:18) Dios trabaja a través de todo lo que nos sucede para que nos vayamos conformando cada vez más a imagen y semejanza de Su Hijo Jesucristo. Si nosotros continuamente nos rendimos a Él, entonces, no puede haber absolutamente nada que le impida a Dios cumplir Su propósito para nuestras vidas. "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38-39)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario