lunes, 3 de junio de 2013

Creer en la bondad de Dios

Creer en la bondad de Dios es casi imposible en esos momentos en que la depresión nos ataca con fuerza. Menos que menos podríamos creer que nos quiere y se preocupa por nuestro bien. Sin embargo, creer en que Dios es bueno puede llegar a ser nuestro único sostén mientras todo lo demás se desmorona; nuestro único lazo que nos impide caer en un pozo oscuro sin fondo lleno de voces que profieren mentiras.

Estamos obligados a creer en la bondad de Dios, nuestra fe así lo exige. Podemos tener ciertas dudas, cuestionamientos e incredulidad al respecto; como lo tuvieron Job, Jeremías o el Rey David. Pero no podemos permitirnos permanecer en esas dudas. Podemos dejar que esas dudas o críticas afloren como meros visitantes, pero no podemos construirles una casa para que se queden a vivir. Tarde o temprano tendremos que tomar una decisión que pondrá a prueba nuestra fe. Por más que Él no nos responda, por más que no nos sane, ¿qué pensamientos tendremos de Él? A pesar de las adversidades, ¿creeremos que Dios es un Dios de  misericordia?

David mismo buscó aferrarse a la bondad del Señor en todo momento, especialmente en aquéllos en los cuales sufría de una depresión o estaba siendo acechado por enemigos. Como él así lo confiesa en el Salmo 27: "Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes." Creer en la bondad de Dios lo ayudó a David a sostenerse y seguir adelante.

Cuando todos los pensamientos negativos nos golpean continuamente para que sigamos cayendo en la oscuridad y desesperación, tratemos de pronunciar esa breve frase pero tan cargada de luz: Dios es bueno. Dios es bueno. Dios es siempre bueno.

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