lunes, 3 de junio de 2013

Permanecer en silencio frente a Dios

Dios nos habla en el silencio del corazón, en la quietud de nuestra alma. Dios quiere que lo escuchemos, continuamente nos invita a ello. En la Biblia, podemos constatar que varias veces nos ofrece dicha invitación: Escucha, pueblo mío; Escucha, hija; Oye, hijo mío... Dios quiere ser escuchado por su pueblo. Pero sólo si permanecemos en silencio lograríamos oír su voz; si conseguimos acallar los diversos ruidos que resuenan en nuestro interior.

Permanecer en silencio resulta muy difícil durante la depresión. Surgen con facilidad las voces de mentira, los pensamientos de condenación y desesperanza, las ideas de muerte, la duda, la preocupación, recuerdos traumáticos y muchas otras cosas más. Pareciera como si toda una orquesta desafinada estuviese tocando su peor obra. Nos altera, nos desgasta, nos perturba, nos desalienta; y lo que es peor de todo, nos roba la paz y nos impide entrar en comunión con Dios. 

Todas esas imágenes, ideas y sentimientos que afloran son como ruidos que no nos permiten escuchar a nuestro Creador. De todos ellos, el ruido que más azota a nuestros oídos es el del dolor. El dolor y los efectos que produjo en nuestra persona, ya sea en forma de mentiras, odio, dudas, miedos, entre otras. Inevitablemente todo nuestro ser -nuestra mente, corazón, cuerpo y alma- grita con desesperación. Le clamamos a Dios constantemente para que nos asista, nos sane. Y si no escuchamos respuesta alguna, recurrimos a cualquier cosa que pueda tapar todo ese griterío que hay en nuestro interior. Desde la música, la televisión, internet, hasta el alcohol o las drogas. Desesperadamente buscamos ´sedarnos´ con algo. Otras veces nos cobijamos en el sueño; así logramos ´apagar´ temporalmente todos esos ruidos. 

Frente a una depresión y al dolor que sentimos a veces durante esa enfermedad, ¿cómo, entonces, vamos a poder permanecer en silencio frente a Dios? ¿Cómo es posible que Dios busque hablarnos en el silencio de nuestro corazón si éste no puede parar de gritar por el dolor? ¿Cómo voy a poder lograr escuchar a Dios si todos estos pensamientos negativos estallan en mi mente? Viéndolo de esta manera parecería imposible. Sin embargo, si consideramos a la depresión como un proceso de purgación, el permanecer en silencio frente a Dios se volvería en un objetivo en sí mismo. 

Uno de los méritos que deberíamos darle a la depresión es que nos vuelve más honestos, si no con los demás, sí con nosotros mismos. Nos saca la careta y nos desnuda frente al espejo. Es en ese reflejo que vemos nuestras debilidades, nuestro lado vulnerable, nuestros verdaderos valores, nuestro pecado. Vemos esas partes de nuestro interior que permanecían ocultas, pero que ahora debemos hacerles frente. Y la mejor manera de hacerles frente es volcarlas bajo la luz de Dios para que las redima. Una y otra vez, hasta que ese lugar en nosotros haya sido cubierto por la presencia sanadora de Jesús. Y así con cada una de las partes oscuras que vayamos descubriendo. 

 Como vemos todos esos defectos nuestros a través de las lentes de la depresión nos sentimos abrumados y dolidos. La depresión los magnifica y los distorsiona más aún. Para contrarrestar dichos efectos, uno debería tratar de aferrarse a la Palabra, y si es posible, a la ayuda de un buen amigo creyente que sepa sacarlo de la confusión, la duda y la mentira en su debido momento. Durante la depresión uno se va enfrentando con la verdad y la mentira continuamente. Debemos discernir cuál es cuál; saber desechar la mentira y asumir la verdad con su correspondiente responsabilidad. 

Al ir vaciándonos poco a poco de todas las mentiras, pecados e ideas distorsionadas que vamos descubriendo, empezamos a darle más espacio a Dios en nosotros. Su presencia silenciosa y pacífica nos va llenando, por lo que vamos a poder escucharle poco a poco con mayor facilidad. Es más, un corazón en silencio es un corazón que ha sido limpiado, logrando reflejar así la imagen del Dios triuno que mora en él. Como dijo Jesús, ¨Bienaventurados los limpios de  corazón, porque ellos verán a Dios¨.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario